Nuestros ancestros entendieron que una fiesta cultural tendría mayor impacto dependiendo a quien se ponga como centro o a quién sea dedicada, porque la fama siempre llegara a los lugares que la fuerza y la publicidad no podrán tocar.
La contradicción entre lo que hacemos y lo que queremos siempre se va a ver reflejada a través de los hechos. No importa que tanto se mencione el nombre de Cristo en la Navidad si al final la gente se ve más alejada que nunca de su presencia.
En caso de que Cristo fuera el sentido de la Navidad las personas para este tiempo muriesen por causa de la fe y no por causa de los accidentes o de intoxicación por tomar más alcohol de la cuenta, porque se manejarían con prudencia.
Los hospitales estuvieran en tranquilidad, con médicos que alaban su grandeza a sentirse tranquilos sin desesperación, porque no llegaron graves emergencias y las ambulancias no fueran una especie de alarma, que con desesperación tenemos que escuchar a cada minuto.
Los drinks, las discotecas y demás centro de bebidas estuvieran vacíos y las Iglesias rebozadas de personas que alaban su nombre, las calles estuvieran organizadas y limpias de seguro llenas de campañas anunciando su venida y no de personas que no saben hacia dónde van, porque nunca le ha interesado de dónde vienen y cuando salieron.
En caso de que Cristo fuera el sentido de la Navidad, tuviéramos más personas brindado amor y solidaridad y no presumiendo mediante redes sociales sus lujos, mansiones y sus costosas recetas de cocina en la mesa. Tuviéramos más personas rindiendo culto a diario a su nombre y menos personas llorando segadas por las vanidades porque no tienen para comprar lo que vieron en la vitrina de una tienda.
Si fuera Cristo el verdadero sentido de la Navidad la mayor venta en los mercados internacionales fuera de Biblias y tratados, de comida para los que están hambrientos, de libros teológicos que nos enseñan la manera de cómo estudiar y escudriñar las sagradas escrituras y no de bebidas alcohólicas qué destruyen el cuerpo que es su templo.
La gente sabe que satanás es real y oran para que Dios los cuide de sus lazos no para ser parte de su reino, la gente sabe que las calles están llenas de problemas, pero aun así siguen andando como si nada hubiese de que atemorizarse.
En caso de que Cristo fuese el real sentido de la Navidad, tuviéramos un gobierno más calmado, pensando en son de paz y no preocupado por los contagios que se van a generar fruto de la imprudencia con que se manejan los pueblos. Tuviéramos más música haciendo un llamado a su reino y andar en paz y no música que pervierten las buenas costumbres, dañan la conducta de los niños y la moral de los seres humanos.
En caso de que Cristo fuera el sentido la Navidad, tuviéramos menos intoxicación por alcohol, menos muertes y por supuesto más hogares tranquilos no llenos de luto, menos desaparición de personas, un ambiente en el que podamos respirar aire puro y no una vida desesperada que nos indica bajo presión a qué hora debemos o no salir, porque alguien nos acecha para despojarnos de aquello que nos pertenece.
En caso de que fuera así, tuviéramos más personas humilladas ante su presencia y no humilladas ante las drogas, las vanidades y los designios de la carne. Más familias unidas a una sola voz o al unísono adorándole y no familias separadas que se pasan toda una noche sufriendo porque no saben dónde están algunos de sus integrantes.
El mundo tuviera mejor economía, mejor estado de salud y por supuesto hubiera menos hambruna en la tierra, porque los poderosos llevados por la misericordia con que Cristo nos ama darían a los pobres y a los hambrientos pan del que tienen y no miserias de las que han desechado y que han considerado una sobra.
Los gobernantes fueran más solidarios con el pueblo y no se aprovecharían de sus debilidades, todo el mundo estuviera a una sola voz proclamando su grandeza y no en las calles bebiendo Johnny, atados jalando una juca como si fuera un libro gaseoso que le indica por dónde deben seguir.
En caso de que Cristo fuera el sentido de la Navidad tuviéramos jóvenes más centrados en el sentido de la vida y menos desenfocados por las vanidades, más amantes del saber y de la eternidad que de los asuntos pasajeros que evidentemente pasarán, porque nada material puede ser eterno o lo destruimos nosotros o se destruye con el tiempo.
En caso de que Cristo fuera el sentido de la Navidad, usted compartiría este mensaje para que todo el que lo lea haga conciencia y cambie su norte, reconociendo que la perversión de este mundo no es el camino ideal por el que debemos andar, sino que debemos retroceder y caminar por la senda antigua que nos enseña las sagradas escrituras para encontrar al hijo de Dios.
El eterno te bendiga, somos Mente Sana.
Atte.: Darwin Leonardo Vázquez Pérez
Mtro. Coach motivacional y escritor dominicano.