Un día como hoy hacen 20 años, Estados Unidos sufrió uno de los peores atentados de su historia, la emoción sigue viva en un país conmocionado por los ataques del 11 de septiembre de 2001.
Esa mañana, 19 terroristas, la mayoría saudíes, miembros de la organización Al Qaida, un grupo terrorista que defiende una visión radical del islam y estaba liderado por Osama Bin Laden, secuestraron cuatro aviones comerciales y los estrellaron contra las Torres Gemelas de Nueva York, el Pentágono a las afueras de Washington, mientras un cuarto, presuntamente dirigido al Congreso, cayó en un campo en Pensilvania.
El atentado dejo un saldo de 2.977 personas que perecieron en los ataques.
Apenas un mes después del 11-S, en octubre de 2001, el entonces presidente de Estados Unidos, George W. Bush, decidió enviar tropas militares a Afganistán como respuesta al ataque terrorista. El objetivo: acabar con Al-Qaeda al tiempo que emprendía una lucha contra los talibanes.
De aquella ocupación militar también se cumplen 20 años, pero ahora Afganistán está en manos de los talibanes, que se han hecho con el poder pocas semanas después de la retirada de las tropas extranjeras, entre ellas la de Estados Unidos.
Este sábado Joe Biden y su esposa estarán acompañados por otros expresidentes en el acto, se desplazará posteriormente a Pensilvania y al Pentágono donde también rendirán homenaje a las víctimas y depositarán sendas coronas. No está previsto que el presidente pronuncie ningún discurso.
La denominada Zona Cero de Manhattan, donde otrora se erigían las Torres Gemelas, se ha convertido en un lugar de peregrinación y homenaje a los fallecidos. Los dos edificios fueron reemplazados por un monumento, una inmensa fuente con forma de piscina cuyas paredes funcionan como suaves cascadas y llevan inscritos los nombres de las 2.753 víctimas de Nueva York.
A un lado, en el museo memorial del 11S, se expone un trozo de escalera por donde pudieron escapar algunos de los que milagrosamente sobrevivieron, trozos de muro de los edificios convertidos en un amasijo de escombros, vigas de acero retorcidas por el calor del fuego que originó el impacto de los aviones cargados con combustible, fotografías de las víctimas y la reconstitución con imágenes de lo que fue aquel día frenético que mantuvo a más de 2.000 millones de personas en el mundo pegadas a sus televisores, a la radio o a las pantallas de las computadoras.