El expresidente Hipólito Mejía defendió la relevancia, tanto en el aspecto bilateral como en el multilateral, que cada vez más constituyen las acciones vinculadas a la llamada “diplomacia presidencial” al referirse a los viajes que por necesidad de Estado realizan los presidentes de la República en las últimas décadas.
Resalta que todavía en la década de los ochenta el contacto directo entre presidentes era escaso, prevaleciendo una práctica diplomática sustentada en las comunicaciones escritas, por correo ordinario, mediante fax, o por la vía cablegráfica, y a través de raras comunicaciones telefónicas.
Sin embargo, expresa que el rápido desarrollo de los medios de comunicación y de transporte en los últimos treinta años ha dado al traste con una diplomacia mucho más eficiente y activa, que ha involucrado directamente a los mandatarios de las diferentes naciones, lo que se ha traducido en notables beneficios para las relaciones económicas, comerciales y políticas de los Estados.
Sobre ese particular, considera oportuno apuntar que de los 34 viajes que realizó durante su gestión presidencial (2000-2004), cada uno de ellos respondió a un alto interés del Estado, lo que se tradujo en beneficios tangibles para la República Dominicana.
“Vale la pena destacar que, tanto en mi vida pública como privada, me he caracterizado por ser una persona austera, tanto que aún en mis viajes presidenciales siempre me hospedé en hoteles de escaso presupuesto y comí con la humildad que siempre lo he hecho, a más de que no consumo bebidas alcohólicas de ningún tipo”, resalta el exmandatario Hipólito Mejía.
“Asimismo, puedo asegurar que los periplos que encabecé, nunca constituyeron comparsas de cofradías y que cada uno de los participantes escogidos jugaba un papel fundamental en la estructuración de los mismos”, exclama.
Esa ha sido mi práctica de toda la vida, excepción cortésmente asumida cuando los gastos de viaje corrían por los gobiernos que gentilmente me invitaron.
Destaca que los resultados aparecen recogidos en los anales del gobierno que entonces presidí, sin que ninguno de ellos haya sido utilizado para desarrollar agendas personales con cargo al erario dominicano.
Mejía responde así a una trabajo realizado y publicado por la comunicadora Julissa Céspedes sobre el costo de los viajes presidenciales al exterior.
“He leído con atención el artículo aparecido en el diario El Caribe, en su edición de ayer, titulado “Viajes oficiales han costado al Estado millones de pesos”, el cual recoge los pormenores de su programa Reporte Especial, del pasado domingo, en lo que se refiere al costo de los viajes realizados por los presidentes de la República Dominicana al extranjero, entre los cuales me incluye”, expresa.
Manifiesta: “Para referirme al asunto, me parece útil ponderar la relevancia que cada vez más constituyen las acciones vinculadas a la llamada “diplomacia presidencial” en las últimas décadas, tanto en el aspecto bilateral como en el multilateral”.
Sinceramente, le felicito por su iniciativa de abordar el tema de los viajes presidenciales, especialmente por el interés que demuestra de cara al nivel de transparencia con que se han manejado en las distintas administraciones. Sin embargo, por alusión, me gustaría hacer algunas precisiones pertinentes.
Al abordar el tema, el aspecto más relevante que usted ha tomado en cuenta ha sido el referente al costo para el Estado de los viajes presidenciales.
Recoge usted, entre otros pormenores, el número de viajes de cada mandatario, el costo de aquellos y la transparencia con que cada presidente manejó los mismos.
Le animo, pues, a seguir hurgando en el tema que le ha interesado, ya que el mismo servirá para contrastar la pulcritud o la laxitud con que cada quien se ha manejado.