Por/ Ling Almánzar
SANTO DOMINGO.- La batalla terminó después de intensas jornadas. El triunfo fue pacífico: la batalla fue verde, ecológica. No hubo balas, pero sí manifestaciones, protestas, marchas a granel. El pueblo se empoderó y triunfó.
La sangre no llegó al río, ni tiñó al campo. Aunque el medio ambiente estaba en juego, y eso es tanto como la vida misma, no hubo mayores sobresaltos. La gente se levantó, echó el pleito y venció.
La resistencia valió la pena: se creó una conciencia medioambiental, fue derrotada la gran amenaza, demostraron que la fuerza está en el pueblo. Ahora, después de la batalla verde, los actores pueden contarlo y celebrar la victoria.
Son muchas las vivencias que afloran tras el anuncio oficial de que la controvertida presa de colas, planificada por la minera Barrick Gold, ya no se construirá en el codiciado valle de Cuance, clavado en la cuenca alta del río Ozama, en Yamasá, provincia Monte Plata.
El escenario de la batalla se vistió de verde, como verde es el color de la naturaleza que tanto defendieron. La gente repasa lo sucedido y reconoce que no solo su vida estaba en jaque, sino también la de otras gentes. Reconocen que sin agua, sin árboles, sin tierra productiva, no hay existencia posible.
Las amenazas eran múltiples: contaminación de acuíferos, daño ecológico, polución del agua y de la producción agrícola. En resumen, se dañarían 20,800 tareas de tierra, incluyendo 19 mil de cacao; arruinarían la agroindustria y se perderían miles de empleos.
Uno de los activistas más activos fue el actual diputado Román de Jesús Vargas, quien recorre la lucha desde sus raíces más lejanas.
Desde los años 90, explica él, ya se hacían exploraciones mineras, realizadas por la compañía Everton Dominicana y después por la Comirdom. Entre los años 2005 y 2006, cuando el actual legislador era regidor de Peralvillo, le pidieron a esa Alcaldía los permisos de no objeción para continuar los estudios de suelo.
A finales de 2007 y principios de 2008, se iniciaron unos estudios de perforación o muestreo, y también pidieron la venia municipal. Tampoco tuvieron éxito por el rechazo comunitario.
De todas maneras, la Comirdom hizo 9 de 10 perforaciones, pero no pudo completar los estudios.
Cuando la Barrick empezó a operar, en 2013, retomó con fuerza el tema de la construcción de la presa de relave o colas, alegando que esa obra sería necesaria para sostener su enorme actividad minera. En ese tiempo, De Jesús Vargas era alcalde de Peralvillo y animó a los activistas ecológicos y ambientalistas.
Al saber de las tempranas pretensiones de la minera, los grupos comunitarios y ecológicos sembraron una campaña de concienciación sobre la lucha que vendría. Se hicieron marchas, pregones populares y otras acciones por toda la provincia. La gente se vistió de verde y comenzó a gritar por el medio ambiente.
Ante ese griterío verde, la minera puso en marcha una gran ofensiva para tratar de captar personas y comprar voluntades, haciendo ofertas tentadoras con el fin de conseguir la requerida licencia social.
“Trataron de conseguir firmas con reuniones donde traían gente de otros pueblos, y también nombrando personas -algunos todavía están nombrados y van a Cotuí. Utilizaron una nómina millonaria de sobornos para conseguir promotores en las comunidades, para así ir ganando fuerza y confundir a la gente”, apunta el congresista.
Debido a ese barraje ofensivo, los ambientalistas reaccionaron y se animaron aún más, subiendo la intensidad de las movilizaciones. Formaron una nutrida avalancha de opositores y manifestantes, unidos por la misma voluntad de luchar.
La minera no paraba de llevar brigadas y equipos para reparar caminos, así como camiones de reses y de abonos. También patrocinaba fogones y comilonas populares “para comprar la conciencia de la comunidad”. Pero la gente repudió esos intentos y frustraba esas actividades.
En los primeros años de operación, la Barrick también tendió una extensa red eléctrica desde el río Higüamo, en San Pedro de Macorís, donde estableció una hidroeléctrica para llevar energía a Cotuí.
Román de Jesús Vargas, entonces alcalde, se opuso a la instalación de esa red de transmisión eléctrica, porque beneficiaría exclusivamente a la Barrick y en nada a Peralvillo. Además, él se negaba a colaborar con la explotación de su propio terruño y del vecino Cotuí.
Por tanto, la empresa no tuvo más que mirar hacia otro lado. Sin embargo, entre 2019 y 2020, volvió a la carga, socializó el proyecto y repartió promesas por toda la zona, con la intención de levantar en Cuance el ansiado muro de la presa de colas.
“De una vez nos apersonamos al lugar, donde hicimos un video a eso de las 12 de la noche, e hicimos un llamado a la población para que se integrara”. La misión era abortar las intenciones de la Barrick.
En efecto, esta minera llevó los equipos y máquinas pesadas para hacer los estudios correspondientes, tras adquirir la concesión minera con los 9 estudios realizados con anterioridad.
“Pudimos ver la magnitud de los daños que habría, ya que la presa de colas no es más que el vertedero de tóxicos y veneno que iban a estar sobre la cuenca del río Ozama. Iban a desaparecer cuatro ríos: Mata de Plátano, Cuance, Cuancita y Lambedera”, apunta el actual congresista.
De inmediato, empezaron a convocar y reunir a las iglesias, juntas de vecinos y otras organizaciones de base social, y además, comenzaron a reunirse con Juana Barceló, presidenta de la Barrick Pueblo Viejo.
“Ahí estuvimos permanentemente atentos y no concediéndoles sus pretensiones”, afirma el legislador.
La Barrick no se resignaba y arreció sus esfuerzos de captación social, con ayudas, iniciativas de desarrollo popular, y dando empleos a gente de la comunidad.
Pero la semilla popular ya estaba regada, al calor de una efectiva campaña de concienciación ambiental. El pueblo, empoderado, siguió resistiendo.
En pie de lucha y con su espíritu aguerrido, se movilizó el 29 de septiembre de 2021. Miles de personas marcharon desde el Parque Independencia hasta el Palacio Nacional, proclamando su tenaz rechazo a la construcción de la presa.
Para tratar de vencer esa fuerte resistencia, la compañía hizo otra maniobra: preparó una ‘asamblea’ popular con la participación de gente confabulada y comprometida con ella. En minibuses llevó personas de Cotuí y otros pueblos, haciendo creer que eran gente de Yamasá, para que firmaran y dieran el esperado “permiso social” a la obra.
Como la empresa conocía el encono popular, solicitó 300 policías y militares, con el fin de intimidar a la gente. Todo el escenario estaba montado con actores complacientes.
Sin embargo, la cosa se puso al rojo vivo y ocurrió un ‘rebú’: los comunitarios denunciaron la trama, protestaron para frustrar la supuesta ‘asamblea’, y los efectivos respondieron lanzando bombas lacrimógenas y perdigones. Hubo tres heridos.
Uno de ellos fue el señor Arsenio Rivas, quien recibió un perdigonazo. Asegura que primero muerto antes de dejar entrar a una empresa “dañina”, pues para él “la tierra y el agua valen más que el oro”.
Otro señor herido duró varios días hospitalizado y estuvo a punto de morir, fulminado por las bombas lacrimógenas que salpicaron su cuerpo.
Román de Jesús Vargas dice que bajo ninguna circunstancia iban a permitir la obra, y destaca los debates mediáticos y parroquiales impulsados por la Barrick.
Al final, según él, la compañía entendió que la gente se empoderó y estaba dispuesta a dejar la vida si fuera necesario. El pueblo estaba bien claro y consciente, no solo en Peralvillo, sino en toda la provincia.
La Iglesia católica tuvo un gran protagonismo. El párroco de Los Botados, padre Roberto Martínez, continuó el trabajo del sacerdote Pancho Batista, que había iniciado la lucha desde hacía más de una década, acompañando a De Jesús Vargas.
El padre Roberto asumió la encomienda y se integró a la batalla. Lo designaron como delegado de la Vicaría de Monte Plata para ocuparse del tema en cuestión.
En esa condición, participó en reuniones con los comunitarios, con expertos en la materia y con representantes de la Barrick. Escuchó todas las voces.
De ese intenso activismo nació un comunicado donde, abiertamente, el clero local rechazaba la presa de relave y exponía sus valederas razones para fijar esa postura.
El cura le pidió a sus homólogos sacerdotes que tocaran el tema, cada domingo en misa, para así formar a la gente en los asuntos medioambientales.
Y así estalló el gran viacrucis del 4 de marzo de 2022, que fue un volcán popular, el puntillazo que marcó el fin de la lucha. Ese día, una enardecida multitud copó las calles vociferando consignas como “¡No a la Barrick, Sí a la Vida!”.
Elevando estos gritos de protesta, denunciaron nueva vez que la construcción de la presa de colas arrasaría con los recursos naturales de la localidad.
El religioso recuerda esa “Gran Caminata Penitencial Unidos por la Protección del Río Ozama y los Recursos Naturales”, una movilización apoteósica e inolvidable:
“Solo de mi parroquia había unas 700 personas, porque ya se había hecho un trabajo de formación, explicándole a la gente y, sobre todo, formando, para que no pensemos en nosotros mismos, sino en el futuro de una zona que sería explotada a nivel de las aguas. Tuvimos mucho apoyo del arzobispo de Santo Domingo”.
El padre Roberto hizo un papel estelar de mediador para evitar que la política contaminara la lucha de los ambientalistas, y para mantener la unidad entre los distintos grupos ecológicos.
Por cierto, dice que “la empresa se basó mucho en dar dinero, y eso no ayuda en una zona que ya despertó y va marcando un desarrollo económico progresivo”, pues “la gente aprovechaba los recursos naturales y el cacao. Ahí no valió”.
Sin embargo, “dos o tres cogieron mucho dinero, y mucha gente tenía temor porque tiene un hijo en el Gobierno; mucha gente se callaba, pero estábamos seguros de que esa presa no se iba a construir ahí”, ya que algunos empleados de la misma Barrick no estaban de acuerdo con la obra.
Llegó un momento en que la lucha se radicalizó. Se reunían con la empresa, no llegaban a conclusión alguna, pero la minera sacaba y exprimía en la prensa titulares a su favor.
“Entonces, al final dijimos que esos diálogos de cuatro horas eran una total pérdida de tiempo, porque al final nadie iba a transigir, a nosotros no nos iban a convencer. Se quiso como forzar esos encuentros”, indica.
Pasado el fuego de la batalla, el padre Roberto felicita al presidente Luis Abinader y a las autoridades de Medio Ambiente, por haber escuchado el clamor de la gente y por defender los recursos naturales en Monte Plata.
“Me siento muy contento. Al final se logró lo que queríamos y eso nos hace sentir muy contentos allá en la zona”, concluye, satisfecho y alegre.
Incidentes, violencia
La empresa siguió terca, obsesionada: quería tragarse el valle de Cuance. Entre Yamasá y Cotuí pusieron perforadoras. La comunidad lo supo y ese sábado por la noche le dio un plazo para que retiraran esos equipos. El domingo, a partir de las 9 de la mañana, la minera atendió el reclamo y retiró los aparatos.
La gente prendió una fogata en la montaña donde estaban las maquinarias, y siete de ellos fueron acusados de daños y perjuicios y de asociación de malhechores. El caso se lo llevaron a Cotuí, donde la minera puede ejercer mayor presión e influencia.
Los acusados dijeron que no conocían al acusador ni a la acusación, y calificaron esa acción como “un acto más de chantaje” por parte de la empresa metalúrgica. Además, lamentaron que la compañía utilice a empleados para cometer semejantes tropelías.
Hasta el director de la Policía acudió al lugar, alegando que estaban armados y alguien encañonó a otro. Recibió una versión errada. Los comunitarios lucharon pacíficamente.
La codicia, el pueblo, la gente
Cuance es una zona muy cercana a la Loma Siete Cabezas o Siete Picos, declarada Parque Nacional por el decreto 659-22, para la Conservación de la Naturaleza, en la Sierra de Yamasá.
Con este decreto, el Poder Ejecutivo busca proteger el conjunto ecosistémico, las nacientes fuentes acuíferas que garantizan el abastecimiento de agua al 48 % de la población dominicana, y la diversidad biológica y paisajística del entorno de los Siete Picos.
El poblado es una fecunda comunidad de Yamasá, con una economía basada fundamentalmente en la agricultura. La ganadería está prácticamente ausente.
Muy cerca de allí nace el inmenso río Ozama, uno de los más importantes de todo el Caribe y que abastece a Monte Plata y parte del Gran Santo Domingo. Otros ríos y arroyos corren por la misma zona, fertilizando esas tierras y haciéndolas adecuadas a todo tipo de cultivos.
El cacao orgánico, que se produce sin fertilizantes, es por mucho el principal rubro de Cuance. Dentro de los cacaotales también se da una variada y abundante producción agrícola: naranjas agrias y dulces, guineos, aguacates, ñame amarillo, mapuey, yuca, limones.
Estos cultivos crean un ambiente de vida pura, al contacto permanente con la tierra. El agua es limpia. La gente tiene energía eléctrica y acceso a las telecomunicaciones. Los lugareños se organizan en juntas de vecinos y pequeñas comunidades, con lazos de solidaridad recíproca.
“En Cuance se vive bien, es una tierra de grandes producciones; la gente tiene energía eléctrica, tiene acceso al cable a través de parábolas, tiene todo ahí”, comenta Juan Álvarez, uno de los Guardianes del Ozama.
Esa organización, creada por Román de Jesús Vargas, nació al fragor de la batalla contra las intentonas de dañar la tierra y los recursos naturales.
Álvarez desciende de los primeros pobladores de Cuance. De hecho, sus abuelos fueron los fundadores del asentamiento.
Dice que defender la tierra era –y es– defender una larga herencia de familia, y por eso la lucha tuvo para él “un sabor aún más especial”.
“Conocí mucha gente importante de lucha, personas de trabajo y respeto. Realmente fue una experiencia inolvidable, sobre todo, aprendimos que cuando un pueblo se empodera y decide defender lo suyo, eso tiene un poder tan grande que lo representa el mismo Dios. Pudimos ver, en cada escenario, que Dios estuvo siempre en medio y al frente de esta lucha, la cual ganamos”, expresa repasando esos años de duro batallar.
La presa, ¿por qué en Cuance?
Cuance limita con la provincia Sánchez Ramírez, donde opera la Barrick Gold. Esta minera ha dicho que la presa del Llagal, depósito que usa en el municipio de Cotuí, se está llenando y urge instalar otra. Pusieron en Cuance sus ojos para poder continuar operando en el país.
A pesar de ser una empresa acaudalada y que aporta millones de dólares al fisco nacional, encontró el rechazo de la gran mayoría de los comunitarios.
El tema llegó, incluso, a captar la atención de toda la sociedad, debido a las contundentes y diversas manifestaciones realizadas en Monte Plata y en los alrededores del Palacio Nacional.
Otras voces
En Monte Plata aseguran que los tiempos de “espejitos por oro” son cosas del pasado y que bajo ninguna circunstancia aceptarán estudios, porque si aceptaran estas evaluaciones, estarían aprobando a la Barrick y sus pretensiones.
Alba López, una valiente dirigente comunitaria, manifiesta que ya están cansados de la “zozobra” que sufrieron en esas comunidades desde que la minera desea entrar a su territorio, y afirma que no aceptarán los estudios, ni presa de colas ni expansión minera en Monte Plata.
Dijo que la población defenderá las aguas de esta provincia para que no les ocurra lo que pasó en Cotuí, donde la gente tiene limitado el uso de los recursos naturales, porque el agua potable está seriamente contaminada.
Los comunitarios de Monte Plata, y de otras localidades del país, indican que asumiendo la experiencia dominicana y otros países donde el extractivismo ha traído más calamidades que ventajas, sin beneficiar a las comunidades donde se han establecido, de oponen a las intenciones de dañar el medio ambiente, cuyas consecuencias se verifican en la contaminación del agua, el aire y la tierra.
La destrucción ecológica de estos proyectos provoca pérdida de la biodiversidad, polución del ambiente y de recursos naturales, así como fuga de sustancias tóxicas con graves daños a la salud de las comunidades afectadas.
Una curiosidad
Un hecho curioso y que aviva la fe de los opositores a la expansión minera, es que cada vez que salen a protestar y se manifiestan, la lluvia viene a hacerles compañía, lo que consideran es “agua bendita” para su lucha y una señal de Dios para que no se rindan y preserven el medio ambiente.
Según testimonios, en la lucha hubo de todo: hasta sobornos e intentos de comprar voluntades. Como no pudieron con la voluntad firme de la gente, hicieron propuestas tentadoras y ofrecieron coimas. Dirigentes sociales dicen que comunicadores de Monte Plata y de la prensa nacional habrían cedido y aceptado las tentadoras ofertas.
Señalan que, aunque la presa de colas era una seria amenaza para toda la provincia, pocos se hacían eco de esa información y preferían callar antes que acompañar al pueblo.
Intentos de seducción
Según testimonios, en la lucha hubo de todo: hasta sobornos e intentos de comprar voluntades. Como no pudieron con la voluntad firme de la gente, hicieron propuestas tentadoras y ofrecieron coimas. Dirigentes sociales dicen que comunicadores de Monte Plata y de la prensa nacional habrían cedido y aceptado las tentadoras ofertas.
Señalan que, aunque la presa de colas era una seria amenaza para toda la provincia, pocos se hacían eco de esa información y preferían callar antes que acompañar al pueblo.
Observan, además, que ese grupo habría caído en las tentaciones y que muchas fueron las promesas que les “vendieron” a campesinos y otras personas, para que apoyaran el interés de construir la obra.
La presa y los daños
Luis Carvajal Núñez, reputado actor y activista medioambiental, tacha los deseos de expansión de la Barrick y subraya que la obra era un “absurdo”, pues no cumplía ningún parámetro internacional.
Explica que la presa no reunía en absoluto los criterios establecidos para ser ejecutada: se trata de una zona muy lluviosa y vulnerable a tormentas, huracanes y otros fenómenos naturales; la capa freática es somera; hay áreas protegidas, poblaciones cercanas y zonas de captación y distribución de agua, además de que el líquido sirve para consumo humano, agrícola y animal.
En fin, “eligieron un lugar que reunía todas las condiciones para el impedimento de una presa de colas”. Por tanto, el deseo de ir a Cuance era un “deseo necio”, asociado a las ambiciones expansionistas de la minera.
Carvajal Núñez repara en un hecho aún más “absurdo”: que la empresa nunca le presentó a las autoridades el proyecto de la obra, por lo cual espera que el Gobierno apruebe algo que nunca solicitó.
Por cierto, el Ministerio de Medio Ambiente ha confirmado en ese sentido que no tiene esa solicitud de la minera.
“Lo primero es una selección de lugares alternativos, con una descripción de las fragilidades intrínsecas de esos lugares y de los posibles impactos para el análisis previo”, añade el medioambientalista.
Según él, para ejecutar una obra de esa naturaleza se requieren dos condiciones indispensables: el permiso social y la venia oficial. La Barrick no tuvo ninguna de las dos. Por tanto, sus esfuerzos se estrellaron y resultaron inútiles.
“¿Cuáles son los daños que puede producir una presa de colas?”, se le pregunta.
Él responde que “una presa de cola no genera ningún beneficio y es un basurero” con sustancias muy peligrosas.
Su criterio es que las presas de relave son de “altísima peligrosidad y riesgo ambiental”, siendo tanto más costosas cuanto más pasa el tiempo, y sus secuelas permanecen por largas décadas. Para él, una presa de relave no debería ser húmeda, sino seca.
El experto describe la forma en que se extrae el oro. Así es el proceso: Se instala una gigantesca estructura de operación metalúrgica, se extraen las rocas y se someten a microprocedimientos para sacar partículas ultrafinas. Esas micropartículas guardan el codiciado metal: las pepitas de oro. Hasta ahí, nada tóxico. Pero sucede que esas rocas quedan expuestas, con su vientre a cielo abierto, arrojando menudas y peligrosas sustancias al ambiente, contaminando así la producción agrícola y desatando daños sanitarios, como infecciones, tumefacción y otras enfermedades cutáneas.
En todas partes del mundo donde hay actividad minera, se arruinan los sembradíos que se producen alrededor de esa actividad. Además, los residuos de la metalurgia son el segundo elemento más riesgoso en el mundo, después de la energía nuclear.
Carvajal Núñez apunta que la presa de Llagal se ha desbordado más de una vez.
Otra voz
No todos rechazan la presa de colas. El reputado geólogo Osiris de León justifica y explica la necesidad de construir esa obra. Es un entusiasta convencido de las bondades de esa construcción.
Así, según él, la Barrick tiene tres presas de colas (la de Mejita, la de Las Lagunas y la de Llagal), pero dos de ellas están fuera de servicio y la otra se está llenando, por lo cual hay que edificar una nueva para que la minera pueda continuar con sus operaciones.
“Dentro del área de operación de Barrick -indica él- no hay dónde construir una nueva presa de colas. Por eso tiene que buscar en su perímetro exterior, dónde consigue un lugar que tenga condiciones topográficas, de forma tal que una cuenca tú la puedas represar con un muro y ahí tú depositas ese material de colas que sale del área de molienda”.
De León apunta que la Barrick está moliendo oro de manera permanente, las 24 horas del día, produciendo a diario unas 24 mil toneladas auríferas. Este enorme volumen está desbordando a Llagal.
El experto sostiene que la presa de colas no representa peligro ni amenaza alguna para el medio ambiente, y atribuye la oposición a una exageración del tema.
Para sustentar su criterio apunta que el país tiene 34 presas y ninguna de ellas se ha roto ni ha generado traumas humanos, a pesar de terremotos, huracanes e inundaciones. Eso quiere decir que ninguna de esas presas ha representado mayor peligro.
Por cierto, aclara que una presa de colas es la misma que una de agua: la única diferencia es el uso que se le da a cada una y el contenido que se vierte en ellas. A la presa de agua se le entra y se le saca líquido, mientras que a la de colas solo se le entra arena, y por eso se llena y se rebosa.
Lo que va a la de colas es ese enorme residuo que deja la operación minera, es decir, el material sobrante y triturado que se separa del oro. Sin embargo, estos gigantescos desechos pueden ser útiles: guardan filones o pepitas de oro que pudieran ser depuradas y bien aprovechadas.
Entonces, si la presa sería inofensiva y hasta necesaria, ¿por qué la fuerte resistencia a una obra que parece urgente?
El geólogo contesta que la gente se ha tragado los mitos de la minería, creyendo que toda iniciativa de ese sector devoraría el medio ambiente y los recursos naturales.
“Cualquier proyecto que sea proalimentario tiene el apoyo de la comunidad. Todo proyecto que sea minero tiene el rechazo de la comunidad. La sociedad ha comprado el discurso de que todo lo que venga de la minería es malo”, abunda.
La obra no va
Finalmente, las autoridades dijeron que la obra no va en Cuance. El ministro de Energía y Minas, Antonio Almonte, lo anunció y favoreció que el Estado contrate mediante licitación internacional una firma independiente para que haga un estudio estratégico sobre las alternativas que hay para edificar la obra en otro lugar.
Durante su exposición ante la comisión del Senado que estudia lo relativo a la polémica obra, el ministro Almonte sugirió que en la licitación internacional no participen empresas vinculadas a la Barrick Gold, para así evitar posibles cuestionamientos respecto al estudio.
Recomendó que la decisión del Estado se haga de forma pública en base a las conclusiones que arrojen las investigaciones, y reconoció el derecho de la comunidad de Yamasá a rechazar los posibles efectos medioambientales que produciría la presa.
“Puedo garantizar que como ministro de Medio Ambiente la cuenca alta del río Ozama y el río como tal puede tener la seguridad de que haremos todo lo posible para que la Barrick Gold tenga otras alternativas”, afirmó el pasado 22 de marzo.
En efecto, se está ponderando a Sánchez Ramírez como posible escenario de la construcción.
La posición del presidente Abinader
Al ser cuestionado al respecto, el presidente Luis Abinader aseguró que su gobierno se opondrá a cualquier iniciativa contraria al medio ambiente.
“Ninguna obra que perjudique en términos ambientales a alguna comunidad del país, el Gobierno va a permitir que se construya”, dijo durante una de sus visitas a Monte Plata.
Sus palabras llevaron alegría y entusiasmo a todos los que, durante años, han luchado por la preservación del medio ambiente y los recursos naturales, aunque muchos aseguran que se mantendrán vigilantes ante cualquier nueva intentona.
El gran “Campamento de la Victoria”
El triunfo se celebrará con el gran “Campamento de la Victoria” que se establecerá en Monte Plata, donde habrá expertos y orientadores para instruir a los estudiantes y a los visitantes.
Será también un centro de vigilancia para que el intento jamás vuelva a ocurrir. Están dispuestos a librar una nueva batalla por el medio ambiente y por la vida. Nunca se rendirán.-