Durante la Audiencia General de este 9 de febrero, el Papa Francisco invitó a morir “reconciliados, ¡sin dejar rencores y sin arrepentimientos!” y recordó que no tiene sentido acumular cosas materiales porque no nos llevaremos nada, sino que más bien vale la pena “acumular caridad”.
“¡Nunca he visto, detrás de un coche fúnebre, un camión de mudanzas! No tiene sentido acumular si un día moriremos. Lo que debemos acumular es la caridad, es la capacidad de compartir, de no permanecer indiferentes delante de las necesidades de los otros”, advirtió el Papa.
De este modo, el Santo Padre cuestionó: “¿Qué sentido tiene pelear con un hermano, con una hermana, con un amigo, con un familiar, o con un hermano o hermana en la fe si después un día moriremos? ¿A qué sirve enojarse, enojarse con los otros?”.
“Delante de la muerte muchas cuestiones se redimensionan. Está bien morir reconciliados, ¡sin dejar rencores y sin arrepentimientos!”, indicó en su catequesis dedicada a “San José patrón de la buena muerte”.
En esta línea, el Papa Francisco recordó la reciente carta del Papa Emérito Benedicto XVI acerca del informe sobre los abusos en la Arquidiócesis de Múnich y Frisinga en la que escribió “ser cristiano me da el conocimiento y, más aún, la amistad con el juez de mi vida y me permite atravesar con confianza la oscura puerta de la muerte” y destacó que se trata de “un buen consejo” que Benedicto XVI a los 95 años nos ha dado al decirnos: “yo estoy delante a la oscuridad de la muerte”.
“Yo quisiera decir una verdad, todos nosotros estamos en camino hacia aquella puerta, todos. El Evangelio nos dice que la muerte llega como un ladrón -así dice Jesús- y por mucho que nosotros intentemos querer tener bajo control su llegada, quizá programando nuestra propia muerte, permanece un evento con el que tenemos que rendir cuentas y delante al cual también hacer elecciones”, añadió el Papa Francisco.
En este sentido, el Santo Padre explicó la enseñanza del Catecismo de la Iglesia Católica que describe que “no podemos evitar la muerte, y precisamente por esto, después de haber hecho todo lo que humanamente es posible para cuidar a la persona enferma, resulta inmoral el encarnizamiento terapéutico”.
Sin embargo, el Papa se refirió también a “la calidad de la muerte misma, del dolor, del sufrimiento” y alentó a “estar agradecidos por toda la ayuda que la medicina se está esforzando por dar, para que a través de los llamados ‘cuidados paliativos’,toda persona que se prepara para vivir el último tramo del camino de su vida, pueda hacerlo de la forma más humana posible”.
La vida es un derecho, no la muerte
Luego, el Santo Padre advirtió que “debemos estar atentos a no confundir esta ayuda con derivas inaceptables que llevan a matarlo” porque “debemos acompañar a la muerte, pero no provocar la muerte o ayudar al suicidio”.
“Se debe privilegiar siempre el derecho al cuidado y al cuidado para todos, para que los más débiles, en particular los ancianos y los enfermos, nunca sean descartados. De hecho, la vida es un derecho, no la muerte, que debe ser acogida, no suministrada. Y este principio ético concierne a todos, no solo a los cristianos o a los creyentes”, afirmó el Papa.
Asimismo, el Santo Padre rezó por las personas que “han perdido a personas queridas sin poder estar cerca de ellas, y esto ha vuelto la muerte todavía más dura de aceptar y de elaborar” y relató una anécdota que ocurrió en Italia recientemente en que una enfermera estaba delante a una anciana que estaba muriendo sin sus familiares, quien quería ver a sus familiares y la enfermera hizo una video llamada para que la anciana pudiera despedirse de ellos.
Luego, el Papa alentó a no tener miedo a la muerte y a recordar que “hay una certeza: Cristo resucitó, Cristo está vivo, está vivo entre nosotros y esa es la luz que nos espera después de la puerta oscura de la muerte”.
“Queridos hermanos y hermanas, solo por la fe en la resurrección nosotros podemos asomarnos al abismo de la muerte sin que el miedo nos abrume. No solo eso: podemos entregar a la muerte un rol positivo. De hecho, pensar en la muerte, iluminada por el misterio de Cristo, ayuda a mirar con ojos nuevos toda la vida”, afirmó el Santo Padre.
Acudir a San José
Además, el Papa invitó a rezar a San José para que “pueda ayudarnos a vivir el misterio de la muerte de la mejor forma posible” porque “para un cristiano la buena muerte es una experiencia de la misericordia de Dios, que se hace cercana a nosotros también en ese último momento de nuestra vida”.
De este modo, el Santo Padre concluyó su catequesis rezando la oración del Ave María, para pedir a la Virgen “que esté cerca de nosotros ahora y en la hora de nuestra muerte” y pedir en particular “por los agonizantes y por los que están viviendo este momento de paso, por esta puerta obscura, y por los familiares que están viviendo un luto. Recemos juntos”.
Virgen de Lourdes
Después de las síntesis de la catequesis en diferentes idiomas, el Papa recordó que el próximo 11 de febrero la Iglesia Católica celebra la memoria de la Virgen de Lourdes y animó a cada uno a “imitar a la Virgen Santa en su plena disponibilidad a la voluntad divina”.
“Que su ejemplo y su intercesión sean un estímulo para fortalecer su testimonio del Evangelio”, pidió.
Paz en Ucrania
Por último, el Papa Francisco agradeció “a todas las personas y las comunidades que el pasado 26 de enero se unieron en la oración por la paz en Ucrania”.
“Continuemos a suplicar al Dios de la paz para que las tensiones y las amenazas de la guerra sean superadas a través de un diálogo serio y para que puedan contribuir también los coloquios en el formato Normandía. Y no olvidemos: ¡la guerra es una locura!”, concluyó el Papa.